Skip to content
Movilion

Pagos móviles e inclusión financiera en América Latina

Por Serge Elkiner

Las economías de América Latina están experimentando el tipo de crecimiento que sus pares de Europa y Estados Unidos sólo pueden soñar. Si bien en una época se vieron acosadas por devaluaciones, moras en los pagos de sus deudas y necesidad de rescates, hoy América Latina esta viviendo su ciclo económico más fuerte en casi 30 años. Además, la región ha dado grandes pasos hacia la consolidación de la democracia política. Sin embargo, crece la frustración entre sus ciudadanos porque estas democracias fallan en cuanto a proporcionar beneficios económicos tangibles a quienes están en la base de la pirámide.

Una deficiencia evidente es la falta de acceso a los servicios financieros, principalmente al ahorro y al crédito, sobre todo para las familias de más bajos ingresos. En los países desarrollados, el acceso a los servicios financieros es omnipresente, ya sea para obtener dinero en efectivo como el acceder a crédito, la población tiene acceso a pedido, desde múltiples lugares y a través de múltiples canales, 24 horas al día.

En América Latina, la historia es diferente. Si consideramos la región como un todo, sólo cerca del 35% de los adultos poseen una cuenta bancaria, comparado con más de dos cuentas por persona en muchos de los países desarrollados. Sin embargo, la inequidad en la región está disminuyendo gracias a las políticas públicas de los Gobiernos tales como transferencias de dinero a los sectores más marginados de la población y el mayor acceso a la educación y a los planes de salud. La limitación en la llegada a los servicios financieros impone serias restricciones al desarrollo económico de la región.

El costo mínimo de abrir una cuenta de ahorro en América Latina representa más del 5% del PIB per capita. Las comisiones que se cobran para mantener abierta una caja de ahorro, en promedio, se aproximan a un 2% del PIB per capita. Para las familias más pobres, esta cifra está cercana al 30% del ingreso promedio. Solo los países del África subsahariana tienen costos más altos. Mientras que en los Estados Unidos las familias con ingresos mensuales de US$ 1.000 están prácticamente 100% bancarizadas, América Latina queda rezagada con sólo un 60% de familias en términos comparativos, con acceso a servicios financieros que muchas veces son también limitados.

Como resultado de la pobre penetración de los servicios financieros en la región, mucha gente se ve forzada a utilizar servicios ineficientes, incómodos, costosos y hasta a veces peligrosos, debiendo pagar intereses usurarios a prestamistas que toman ventaja de la situación, recurrir a canales bancarios informales que no poseen garantía por parte del Estado y a anticuados recursos como el de guardar dinero debajo del colchón.

De acuerdo con el estudio “Servicios Financieros para el Desarrollo” emitido por la CAF (Banco Regional de Desarrollo de América Latina), el acceso a los servicios financieros es un factor decisivo para promover el desarrollo económico y el bienestar de la sociedad. Por otra parte, dichos servicios brindan a las familias la oportunidad de acceder al ahorro y al crédito, lo que les permite manejar mejor sus gastos y destinarlos a bienes de consumo duraderos, inmuebles, educación de sus hijos o pensiones de retiro.

Para las compañías pequeñas, el acceso al crédito es fundamental para financiar capital de trabajo. Adicionalmente, tanto los hogares como las empresas chicas necesitan contar con seguros baratos para hacer frente a eventos no previstos, a un costo razonable. Estos productos son particularmente necesarios en países como Haití, donde casi las tres cuartas partes del gasto del sector privado en salud sale del bolsillo de los particulares debido a la falta de acceso a planes de cobertura médica.

El acceso a tecnologías de pago vía tarjetas de crédito o débito, cuentas corrientes y transferencias electrónicas, entre otros mecanismos, es vital en términos de eficiencia y seguridad física. Cuando particulares o comerciantes transportan o esconden grandes sumas de dinero en efectivo se convierten en blancos fáciles para los delincuentes, quedan desprotegidos ante desastres naturales y otros contratiempos –constituyendo otras barreras para el desarrollo.

El crecimiento económico sostenido de la región no es posible sin el desarrollo simultáneo del acceso universal a los servicios financieros. La democracia financiera es fundamental para lograr mayor inclusión, mejorar la cohesión social y generar crecimiento económico.
Las necesidades financieras de América Latina difieren de las de otras regiones tales como África; además, los latinoamericanos no constituyen una población homogénea. Los habitantes de cada país, y en general de cada región, tiene sus propias necesidades y características. Consecuentemente, brindar respuesta a los requerimientos financieros de las economías de la región significa aplicar métodos innovadores e imaginativos que las soluciones financieras tradicionales no pueden brindar.

Contando con un 80% de latinoamericanos con acceso a telefonía móvil, y en vías de alcanzar un 117% para el 2020, la elección obvia es democratizar el acceso a los servicios financieros a través de la tecnología móvil. No se trata sólo de un beneficio para los consumidores finales -esta tecnología representa una oportunidad única para que las entidades financieras lleguen de manera eficiente a sectores hoy no accesibles -y potencialmente muy rentables- que se encuentran en la base de la pirámide.

La situación actual de baja penetración financiera en América Latina necesita cambiar de manera radical para garantizar la estabilidad y la viabilidad a largo plazo del sistema financiero. Si los beneficios del crecimiento económico no alcanzan a la mayoría, el desarrollo de la región a largo plazo se verá seriamente afectado.

Implementar la inclusión financiera en la región podría mejorar la vida de cientos de millones de latinoamericanos. Éste es el momento de poner el dinero móvil en acción acelerando el desarrollo de innovadoras redes financieras móviles y generando créditos blandos y programas de seguros. Al democratizarse el acceso a los servicios e implementarse la inclusión financiera, América Latina, considerada desde hace tiempo como una de las regiones con mayor desigualdad, dará un paso decisivo para cerrar la brecha entre quienes están en la cima y quienes conforman la base de la pirámide.

(*) Serge Elkiner es ejecutivo de la empresa YellowPepper.